lunes, 22 de febrero de 2010

Pijama al inconsciente


Respetando los disparatados raciocinios anacrónicos, al movimiento de esta humilde galaxia, podríamos aventurarnos a los programas super-superficiales que a diario nos programan. O al camino que nos traza la vorágine de la máquina. Del ganado sale el león, del león sale el niño.
Más allá del oído que sueña hacerse sonido, incluso más acá del tiempo que inhala y exhala, urgen corazones vueltos sopa clara, urgen pensamientos sin crítica ni zapatos.
En el círculo que atrapa la emoción, cuando la persona se hace tanque, se repite y se repite el discurso que no quiere dar el paso. Demagogia de miedosos, calabozo de las luces.
El precipicio se vuelve conciencia y la ansiedad demora y demora.
Si el pijama al inconsciente, el abrazo al lemniscata. Las palabras puede que inspiren a masticar de donde mismo.
Respetando el disparate de la lógica lineal, limitemos esta cárcel a la avaricia de nuestra casa.

Yo quiero estar bien. Tú quieres lo mismo. Podemos conformarnos con la diferenciación de las formas.
Más allá de eso, hay sólo una mente: la que respira entre nosotros el dogma de la experiencia.



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